

Chacra Santa Julia- Parque Juan XXIII
Desde tiempos coloniales, Ñuñoa se constituyó como un territorio de jolgorio y libertad. Fuera de todo control, sus habitantes, peones y vagabundos, celebraban juegos, vendimias, carreras de caballo y ramadas, “sin sujeción alguna”.
En 1894 se formó la población San Gregorio, la que cobró reconocimiento por sus bosques y amplias áreas verdes. En 1910 este terreno fue vendido a José Pedro Alessandri y rebautizado como Chacra Santa Julia. Ésta se transformaría desde entonces, en el lugar predilecto de los santiaguinos para salir de paseo. La fama de sus quintas de recreo, atraía carretelas, las que se congregaban en extensas y ruidosas caravanas. Allí, se realizaban animadamente las cosechas y el carnaval, así como festejos de colonias extranjeras, escuelas, sindicatos y familias, quienes disfrutaban de las bondades de los frutillares y álamos que hermoseaban el paisaje.

En 1951 la sucesión Alessandri dona a la Municipalidad de Ñuñoa la casona del fundo, que se convertiría en la actual Casa de la Cultura; y sus extensos patios, en el espacioso Parque Juan XXIII, proyectado por el paisajista Alvaro Covacevic. Hacia la segunda mitad del siglo XX, el alma gozosa de los ñuñoínos no menguó y por el contrario, cobraría nuevos bríos y formas de expresión. Como señaló con toda razón el historiador Maximiliano Salinas, Ñuñoa “fue conocida desde siempre por su espíritu festivo”, característica que se mantiene hasta el día de hoy.